Infinito

Ando muy filosófico últimamente...

Mamón, pues.

A veces es impresionante ver el cielo en la obscuridad. Desde pequeño siempre me ha fascinado el hecho de poder viajar a la luna alguna vez. De ser un astronauta o un superman para que no me chingue la presión que hay en el espacio. Estallar y que cada una de mis células se compriman hasta desaparecer. O vaguen por el infinito.

Mejor el frío que el calor. Mejor calientito que acalorado. Lo malo es la gripa, y es que muchas veces quisiera que no existieran los virus, ni las bacterias, ni los moscos. Odio los moscos. Con frío o calor, siempre están chingando. Que vayan a chuparle el pito a su padre mosco.

Ok, no.

Nada como disfrutar de unos churros con chile viendo sitcoms-de-mierda en mi sillón, tumbado, viendo estúpidos informerciales que me invitan a parar de sufrir. La televisión es una santa, inmaculada, con esas 32 pulgadas de alta definición casi puedo tocar el cielo, casi puedo respirar el aire puro de las altas planicies de Nueva Zelanda, casi puedo tocarle las tetas a Sarah Palin. Pero nada de eso. En vez de estar disfrutando de mi gloriosa holgazanería, me he puesto a correr, y le he tomado un enorme gusto. Cada vez rompo mis marcas, y lo que comenzó como un reto pedorro en una carrera de Cinépolis, se ha convertido en un vicio, en algo que me ha permitido demostrar que soy capaz de superar mis debilidades.

Ahora, pueden insertar el tema de Eye of the Tiger. No lo pondré porque la canción que atañe a este post, es la siguiente:



Cuando voy corriendo, veo como me observan las estrellas de la noche. Veo cómo me supero y veo cómo las supero. Porque si, ellas están ahí, estáticas, pero yo sigo en movimiento, aunque sea sólo una pequeña célula en este universo. No sé a que juegue el universo con nosotros, tal vez algún día llegue un agujero negro y nos devore y este post valdrá madres. De por sí...

Vale madre...

Cheers...

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